Viriato nació como humilde pastor de la tribu de los Lusitanos, en algún lugar de la sierra de La Culebra , entre Portugal y la provincia de Zamora . Cuando Viriato era un adolescente, vivió un episodio que marcaría el resto de su vida. Ocurrió aproximadamente en el 151 a de C. cuando Galba, un general romano con fama cruel se hizo cargo de la Hispania Ulterior como pretor. Este general, después de sufrir numerosas pérdidas a manos de los Luistanos, les tendió una trampa, aniquilando a un gran número y haciendo esclavos a otros. Viriato fue de los pocos que logró escapar de esta traición y desde aquel día, se convirtió en una pesadilla para los romanos.
Su gran carisma, inteligencia y diplomacia política consiguió unificar bajo un mando único a los distintos pueblos de Lusitania. Aunque logró reunir un ejército bastante numeroso, Viriato sabía que contra los romanos, pocas posibilidades tendría en un enfrentamiento directo y en campo abierto. Así que “inventó” la guerra de guerrilas. Su táctica consistía en lanzar un ataque frontal contra las legiones. Este ataque no era más que un engaño. Al poco rato de estar luchando, los Lusitanos empiezan a retroceder como si escaparan. Los soldados romanos los persiguen desorganizando sus líneas. Entonces Viriato, los está esperando para emboscarles y acabar con ellos. Con esta simple táctica fue capaz de vencer a los generales Vetilius Cayo Plancio, Unimanus y Fabio Emiliano.
Roma desesperada envió al general Serviliano Cepión. De nada sirvió. Volvieron a caer una vez más en una encerrona, pero en esta ocasión, Viriato les perdonó la vida a todos a cambió de la Paz con Roma.
El senado Romano rechazó la petición y sobornó a Áudax, Ditalco y Minurus, tres lusitanos para que lo mataran.
Cuando los traidores regresaron al campamento romano reclamando la recompensa prometida, el cónsul Escipión ordenó que los ejecutaran, pronunciando entonces la conocida frase de «Roma no paga a los traidores».
Con la muerte de Viriato, murió también la resistencia Lusitana.
Su gran carisma, inteligencia y diplomacia política consiguió unificar bajo un mando único a los distintos pueblos de Lusitania. Aunque logró reunir un ejército bastante numeroso, Viriato sabía que contra los romanos, pocas posibilidades tendría en un enfrentamiento directo y en campo abierto. Así que “inventó” la guerra de guerrilas. Su táctica consistía en lanzar un ataque frontal contra las legiones. Este ataque no era más que un engaño. Al poco rato de estar luchando, los Lusitanos empiezan a retroceder como si escaparan. Los soldados romanos los persiguen desorganizando sus líneas. Entonces Viriato, los está esperando para emboscarles y acabar con ellos. Con esta simple táctica fue capaz de vencer a los generales Vetilius Cayo Plancio, Unimanus y Fabio Emiliano.
Roma desesperada envió al general Serviliano Cepión. De nada sirvió. Volvieron a caer una vez más en una encerrona, pero en esta ocasión, Viriato les perdonó la vida a todos a cambió de la Paz con Roma.
El senado Romano rechazó la petición y sobornó a Áudax, Ditalco y Minurus, tres lusitanos para que lo mataran.
Cuando los traidores regresaron al campamento romano reclamando la recompensa prometida, el cónsul Escipión ordenó que los ejecutaran, pronunciando entonces la conocida frase de «Roma no paga a los traidores».
Con la muerte de Viriato, murió también la resistencia Lusitana.